Gustav Klimt |
Mi razón fuiste tú, y este perderse entre poemas que casi había olvidado, acariciando palabras que contruyeran un puente, atajo en la distancia , la voz enmudecida si estabas, dardo con un solo destino.
Mala puntería la mía si a ese corazón le sobraban las palabras, si la piel no fue bastante y el silencio la llave de todas las respuestas.
El corazón no atiende a razones.
Olvidar, asumir ,justificar, terribles verbos en pos de un segundo, de una efimera caricia, del grito de goce compartido de un día.
Recordando tus labios, tu cuerpo en otros cuerpos, a solas en las largas noches insomnes donde no estabas.
Cómo ella.
Cómo tal vez otras.
Con veinte años menos. Con todo por hacer. Con el mismo peso, la misma mueca en el rostro, la misma marca indeleble de haberte conocido y amado.