la ausencia y la rememoranza
de los labios, de las manos temblorosas.
El deseo.
No se apagará esta hoguera
de trompetas,
de fusiles y hombres lastimados
de mutilados miembros.
No cesarán los tambores,
ni llorarán las mujeres
por mi alma.
Saben que estoy perdida.
No quiero ser el cuerpo sin rostro,
ni la amante triste.
Ni esperar tu llamada en la tarde
si no me amas.
Fotografía de Fabien Queloz |