Condena de tus brazos
es mi búsqueda implacable.
Solo tu permaneces,
después de todas las guerras,
de todos los llantos.
Detrás de cada suspiro
arrancado de mi pecho.
Tras la desolación
de las caricias que pasan,
de los penetrantes silbidos,
de las otras bocas,
de los otros cuerpos.
Ante las mañanas frías
de mi olvido,
del despertar de las ocas,
de tus sueños en mi almohada,
no quedan mas que lamentos
y los nombres.
Pasaron los atardeceres
y has regresado.
El rocío cubre tu cuerpo
de agua nueva.
Despertó el niño dormido,
tan olvidado.
Alicia (1991)
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