Es tiempo ya.
Olvidemos nombres, fechas, sitios.
Enterremos para siempre
todo lo que nos recuerde,
bancos, parques, estaciones,
el calor de las manos,
el roce de los cuerpos,
toda la música con la que
no bailamos,-olvidaste tus zapatos
hace décadas-, mis sueños.
Que no quede ni una brizna,
ni un detalle, ni una pequeña
cosa que me desvele,
que me sobresalte en este mundo
de luz al que me arrojas.
Ingrato, frío, sin drama.
Donde solo queda la certeza,
de mi terquedad y tu desidia.
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