Se volvió polvo el corazón,
fue vano el escalofrío,
el andar de tus dedos
sobre mi cuerpo desnudo.
Fueron inútiles las caricias
de la tarde
con el sol adormeciéndose
tras los visillos.
Se quebró el sortilegio
con las últimas palabras
y las herrumbre de los años
cegándome los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario