Y no será porque no tenga nada que decirte. Me quedaron dentro tantas cosas, que aún siento la naúsea de tanto contenerme.
Pero como conjurar la pérdida, la credulidad, la desnuda percepción de la mentira, mil veces repetida, latiendo con el ritmo ronco de tus poemas, aferrada a tus labios.
Ya no lloro ni espero.
Y dejo pasar los días en esta tibieza que me envuelve, indolora, acallados los sentidos ante esta primavera abrumadora. Negando la evidencia de que no volveré a enamorarme.
No de esta manera.
Porque que ha de acontecer en el flujo natural de las cosas para que pueda confluir en este mismo espacio que ocupo, en este mismo tiempo, otro como tú. Parecido a ti. Que pueda desordenar mis días, ocupar las horas, volverme música y suspiro, hacerme estallar y desaparecer.
Porque bien sabes, que aunque acompañaran mis silencios tus silencios, aunque no compartiera tus noches, aunque apenas fuéramos piel, cuanto pude llegar a pertenecerte.
Tuya.
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| Pablo Picasso |

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